Definición que indica un género pictórico que, nacido en el siglo XVI, se afirma como especialidad a principios del siglo siguiente. Se reveló decisiva para la elaboración de composiciones paisajísticas la contribución de los artistas flamencos y alemanes. Durero fijó sus impresiones de viaje en dibujos y acuarelas y creó grabados que dan a conocer las pequeñas aldeas nórdicas. Aunque practicado inicialmente en el norte, el género obtuvo los favores del público culto en Italia. Los artistas tenían un precedente clásico al que referirse y el hecho no dejó de ejercitar una influencia positiva para el desarrollo del género. El primero en aplicar a la pintura el término "paisajista" fue M.A. Michiel hacia 1521 en una colección de Padua y en Venecia, al referirse a la Tempestad de Giorgione como un "pequeño país en tela con tempestad, gitana y soldado". En general los artistas del Cinquecento no se inspiran en escenarios reales sino que prefieren la libre combinación de elementos escogidos por su valor pintoresco. El filón fantástico fue cultivado, sobre todo, por los pintores de la escuela de Amberes (J. van Amstel, H. Met de Bles, el mismo P. Brueghel el Viejo, G. van Coninxloo) los cuales pueblan sus vistas con rocas, bosques, castillos inaccesibles, etc. Distinta es la tendencia que predomina en Venecia, donde los pintores que siguen las huellas de Giorgione se sirven del paisaje para ambientar idilios pastoriles. En Roma resulta excepcional el tono clásico, de los paisajes pintados al fresco en San Silvestro en el Quirinale (1525). A fines del siglo XVI corresponde la fortuna de los temas cortesanos relacionados con la actividad de los nobles en sus dominios. La fidelidad a la naturaleza sigue siendo el punto de partida, pero el artista se deja guiar por el intelecto: entre su mirada y la realidad se inserta la idea de una naturaleza armoniosa y perfecta. A principios del siglo XVII el género está institucionalizado en la práctica artística y el paisaje se ha convertido en elemento subordinante. La especialidad encuentra numerosos cultivadores entre los artistas septentrionales. Lorrain propuso una síntesis entre las dos tendencias. La profundidad de campo de sus escenarios y su intensa luminosidad, no dejaron de influenciar a los artistas contemporáneos especialmente los holandeses (H. van Swanevelt, J.Both, N. Berchem). La patria del paisajismo durante el siglo XVII se encontraba en los Países Bajos. Al gusto por una pintura tonal une Ruysdael una capacidad para organizar la composición dentro del corte espacial. En esas obras subyace un cierta inspiración panteísta que resalta mejor en las vistas brasileñas de F. Post y escandinavas de A. van Everdingen. Hasta los cataclismos naturales se convierten en uno de los temas predilectos: pintores italianos y extranjeros ilustran erupciones volcánicas (P. Hackert), temporales (C. J. Vernet) y huracanes (L. Ducros). No obstante, la interpretación de la naturaleza siguió teniendo sus cultivadores a lo largo del siglo XVIII (F. Zuccarelli, G. Zais, J. F. van Bloemen) y se convirtió en la expresión directa del mito de la edad de oro vivido como utopía (J. A. Watteau, F. Boucher, H. Robert). A la disgregación de la imagen por los efectos luminosos realizada por Turner, los alemanes contraponen un paisajismo de nítidas evidencias. El subjetivismo romántico y la percepción directa de la naturaleza abren contemporáneamente el camino hacia la libertad creativa y la experimentación cromática de Constable, la Escuela de Barbizon y los impresionistas. Muy importante fue la aparición del paisaje en la pintura estadounidense del siglo XIX que se mueve entre dos extremos: el luminoso y quieto (F.H. Lane) y el oscuro, dramático y expansivo (F.E. Church). En general, el paisaje pasó al centro de la investigación pictórica, sin embargo el arte contemporáneo hace que sea anacrónico referirse a él como a un género diferenciado.